En un ojo emétrope (sin graduación) la imagen que proviene del infinito (>6m) focaliza sobre la retina, por lo que no es necesario ningún tipo de corrección.En la miopía, la imagen que proviene del infinito (>6m) focaliza por delante de la retina. En este caso, podríamos decir que el ojo tiene un exceso de dioptrías y es por ello que tenemos que corregirlo con una lente negativa para hacer que la imagen focalice sobre la retina.En la hipermetropía, la imagen que proviene del infinito (>6m) focaliza por detrás de la retina. En este caso, podríamos decir que el ojo tiene un defecto de dioptrías y es por ello que tenemos que corregirlo con una lente positiva para hacer que la imagen focalice sobre la retina.
En este caso, el ojo ya posee un sistema que le puede aportar más dioptrías (la acomodación) y, en muchos casos, pequeñas cantidades de hipermetropía pueden no causar sintomatología. Conforme aumenta la edad, este sistema va perdiendo eficacia (ver presbicia o vista cansada) y pueden aparecer los síntomas incluso en hipermetropías bajas.
Es importante destacar que graduación es solamente uno de los multiples parámetros utilizados para la correcta adaptación de la lente en el ojo. La comodidad, aunque debe ser uno de los objetivos, no es ni mucho menos sinónimo de que la lente esté respetando la integridad ocular.
Otros factores que determinarán la lente definitiva son:
– Forma y tamaño de la córnea
– Horas y tipo de uso.
– Calidad y cantidad de la lágrima.
– Tamaño de la pupila.
– Alergias.
– Morfología y estado de los párpados.
– etc.
Dado que cada ojo es único, el proceso de adaptación debe ser totalmente personalizado para obtener la mejor visión posible, un máximo confort y mantener los ojos sanos.